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El glamour y la elegancia siempre asociados al vino, pueden desaparecer de inmediato, con un manejo torpe de la copa al intentar "agitar" el vino. Conviene elegir la copa adecuada, servir la cantidad de vino justa y lo más importante, conocer el por qué de girar la copa de vino...
Para empezar, la copa debe ser transparente, de balón, con el talle alto y, si es posible, de cristal fino. Todo tiene su por qué y es que las copas redondeadas con abertura estrecha permiten "agitar" mejor el vino, revelando aún más sus aromas.
Además, la copa no debería llenarse más de tercio de su capacidad y nunca más de la mitad. Esto disminuye la posibilidad de un derrame, por una parte, y por la otra, deja suficiente espacio para que se concentren los aromas del vino en su interior y permite suficiente espacio para introducir la nariz y captar esos aromas con comodidad.
Por último, la principal razón de "agitar" la copa de vino no es otra que sus aromas se vean incrementados debido al intercambio de fluidos entre la superficie y el interior de la copa. Si haces la prueba, cuando llevamos la copa a la nariz sin agitar se aprecian menos los rasgos que si giramos la copa.
Los aromas que podemos distinguir sin mover la copa son los llamados primarios, procedentes de la uva y que recuerdan a flores y frutas. Son aromas más ligeros y que se volatilizan antes. Si removemos la copa, aparecen los secundarios (madera, bosque, levaduras...) que son más densos y están en el fondo de la copa, y los terciarios (tostados, vainilla, café...) en el caso de vinos con más años de crianza.
Y ahora ya sólo queda practicar!!
